ese Perro, de cabeza.

Somos soñadores. Y cómo tales desde hace cuatro años estamos infectados con una especie de delirio febril.

Entre tantas otras cosas, nos provoca la fantástica idea de que podemos hacer conocer lo que más amamos. De que las horas de disfrute pueden oscilar, traspasarnos y significar a su paso. Que podemos y debemos dedicar nuestras vidas a que eso pase.

Somos soñadores.

Pero ayer todo fue innegablemente real. En una fantástica noche nos advertimos a nosotros mismos, palpando el camino junto a gente que confía en que tenemos esta capacidad.

La carne está ahí. ese Perro tiene un diente.

Y hambre, mucha hambre.

1 comentario:

Tefilina dijo...

que belleza...
tengo ganas de ir, de veras... pero no se... uhhmm...

"¡Que en el banquete de lo trivial, el arte sea una lenta indigestión de sueños,conceptos, sonidos y texturas!

besos muchísimos
y merde merde merde...