
Es, sin dudas, el espectáculo teatral más poderoso e increíblemente emotivo que hemos presenciado.
Y, dicho sea de paso, nos sigue sorprendiendo que quienes son responsables de semejante maravilla no floten por sobre nuestras cabezas, subidos a las alas de la GENIALIDAD. Sino que sean tan geniales (en minúsculas) como para abrirnos las puertas de sus casas, sentarse a tomar con nosotros unos jugos, ejem... unas cervezas, brindarnos alojamiento y hasta llevarnos a hospitales en medio de la nada!
Salud, a nuestro ADORADÍSIMO Fritz Latzina y a Diqui James!